EL TERREMOTO
EN CHILE Y OTRO EN BOGOTÁ
Por: Militem Sermo
Por: Militem Sermo
Recuerdo bien
ese día, aquel 27
de Febrero reflexionaría
sobre la seguridad
que presenta nuestra
ciudad, francamente, si Bogotá tuviera
que afrontarlo seria dantesco y
un poco esquizofrénico pensar
en que la
ciudad se devoraría
asímisma.
Sin ánimos
de exagerar, se supone
que somos una
gran metrópoli, una de
las ciudades más avanzadas de Latinoamérica,
al parecer, el tener
ese pomposo título
no nos haría una ciudad
invulnerable, después de afrontar
una catástrofe natural.
Quizá, ese título de “metrópoli” cabe
en aquellos idealistas
positivistas, aunque los realistas contemplen
estupefactos el resquebrajamiento social
por el que atraviesa
Bogotá.
En tal
caso, hacerse a la
idea de, contener el
desbordamiento de un rio con
improvisados jarillones o tal vez,
asumir actitudes lumpezcas
frente a los
simulacros, nos hace aun más vulnerables
y de
cualquier forma, cuando
se trata de hallar un
culpable, que, durante
siglos esa ha sido una
sagrada tradición de
nuestra excusada idiosincrasia; encontramos que, siempre estuvo
y está apuntando
a nosotros. Es
decir que, existen 7'363.782 culpables(hasta el 2010), una cifra elevada, como para sodomizarnos nosotros mismos.
De modo
que, una breve remenbranza
nos lleva al sudoeste de América del sur:
Chile, en donde, 2
años después de
aquel fatídico terremoto
de 8.5 grados, aquella
nación renació de
las cenizas y
se encuentra encaminada
a mejorar sus políticas
internas, de
orden social, cultural, económico y gobernable.
La radiografía de
un país desarrollado.
Después de
tantos escándalos políticos, tantas injusticias, no queda más, sino
echar un vistazo
a nuestros vecinos
sudamericanos y la
realidad nos estremece de
alguna manera.
Cada país
de este continente
lidia con sus catástrofes:
se toman
medidas preventivas, los damnificados merecen
la consideración de
su gobierno, pero sobre
todo, recuerdan a quienes
perecieron y reflexionan
sobre lo ocurrido; al
contrario de como lo manifiesta
nuestra ciudad, con decir
que: “ En una cajita tenga
atún, linterna y agua”, todo
esto escondido quien sabe cuánto
tiempo, inescrupulosamente las “honorables” palabras
de flamantes sujetos
se hacen presentes: “concientizamos a
la nación”. Será atrevido, pero
aparentemente quienes están “concientizados” no sabrían
que
hacer con la
dichosa cajita en
una situación de
riesgo. La verdad, es que
al copiar algunos
modelos de otras
partes nos llevan
a nefastas consecuencias.
La historia
señala que los
chilenos se despertaban
estruendosamente a eso de
las 3:30 am., quien
imaginaria que ese
cruel 27 de Febrero de
2010 desafiarían los
intrincados campos de la muerte
y la destrucción, al menos
la fortaleza y
alguna remota esperanza
los mantuvo en pie
de lucha.
Cerca de
2 millones de
damnificados, algo así como
el 10 por
ciento de la población chilena, ciudades como
Valparaiso, O´Higgins y Santiago, la
capital chilena, fueron
las poblaciones más
afectadas, es preciso decir
que el caos
se apoderó de
la población alrededor de
5 angustiosos minutos
que duró aquel
terremoto, después, todo fue
desconcierto tras el
devastador panorama, sumándose la
caída de cables
de postes de
luz y refugios
en espacios abiertos
a merced de
la zozobra y
la inseguridad.
Sin embargo, el
gobierno concilió con
algunos países para
la donación de
ayudas, en cuyo caso, no
se hicieron esperar
y Sudamérica se manifestó
en
un solo coro
de lucha, tras esto, sosegar
el orden publico
que se veía alterado
por momentos, con robos
e intolerancia de
las zonas afectadas. Dado esto, el
siguiente paso, fue levantar todo
lo perdido, entre ello: esperanzas, escombros y
sus muertos. El final
de esta historia
empieza con el
resurgir chileno, que los
ubica como uno
de los principales
países del continente, en todo
sentido.
De regreso
a Colombia, en Bogotá
exactamente, ¿qué sucedería?, ¿la profetizada
involución?, ¿el instinto de conservación
o la malicia
indígena aparecerían?, ¿la cajita
con atún, agua y
linterna serian “el mesías”?
¿el nacimiento de
una nueva sociedad
canibalista-capitalista?, ¿moriremos
en el intento
de un renacimiento
bogotano?, estas inquietudes y
tantas otras son producto de la incertidumbre, tras una
anunciada catástrofe, las medidas
de prevención no representan ninguna
resonancia ni sospecha
de ninguna inquietud
para nadie, es más, alarmante saber
que en pleno
siglo XXI, donde la
era de la tecnología
y
las comunicaciones revolucionarían la
vida de los
consumidores; se cree
en supersticiones y boberías.
Pero, si el gobierno
chileno solventó sus problemáticas frente
a un fenómeno natural, el
gobierno de este país y
de esta ciudad
lo harán.
Estoy seguro
que estamos presionando nuestra
propia catástrofe no habrá
que
esperar el sismo, pero
para puntualizar lo
del terremoto, también me
aseguro sobre el
gobierno y su acto
de presencia para
todas las catástrofes
en el territorio
colombiano, sobre todo las
de tipo racional.
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